Mostrando entradas con la etiqueta silencio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta silencio. Mostrar todas las entradas

ACTUALIDAD

Hablándole al silencio
Por Eduardo Briones Medrano

En la edad infantil es frecuente que niños y niñas acostumbren crear amigos ficticios con quien suelen hablar y jugar. También algunos mayores necesitan reflexionar y hablar con ellos mismos buscando respuesta a sus inquietudes, alegrías y tristezas... es el momento de acudir al silencio:

  • ¡Hey! 
  •    Dime
  • ¿Hay alguien ahí?
  •    Habla
  • ¡No creo que me oigas!
  •    Inténtalo 

Parecería iniciarse un diálogo de sordos. No lo es. Es simplemente la disposición para iniciar una conversación con alguien que puede ser tú mismo, o alguien lejano a ti real y verdadero de quien esperas una respuesta fiel a tus inquietudes.

          Nos hemos acostumbrado tanto al ruido que el silencio nos parece soledad, abandono y tristeza. El ruido le ha robado las palabras al silencio, así que para escucharlo debemos apagar el ruido externo y el interno. 

                         ¡No hay peor sordo que el que no quiere oír! 

          Hablar con nuestro Creador es ante todo un acto de reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia. Su silencio no es vacío, ausencia, ni olvido, pues Él quiere que lo escuchemos aún sin decir palabra alguna.

          Hablar en silencio con nuestro Creador es perfecto para revisar nuestros planes, errores, éxitos, fracasos, tristezas.  Basta un lugar aislado y tranquilo para dejar salir de nuestro pecho aquello que nos interesa, sobre todo, lo que nos preocupa y nos trae inquietos. 

          El que pone su confianza en el Creador, vive soportando con paciencia los sufrimientos que lo llevan a creer en Él.  Venimos, somos y regresaremos a Él y orar se vuelve un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y de abandono.

“La oración es un dialogo misterioso, pero real, con Dios, un dialogo de confianza y amor.”  San Juan Pablo II.